Para explicar este modelo citamos al economista norteamericano Michael Porter el cual estableció un modelo en el cual ampliaba la rivalidad a cinco fuerzas que definen la estructura sectorial y moldean la estrategia de una empresa. A este modelo se le conoce como la Teoría de las cinco fuerzas competitivas. Cada una de estas fuerzas resta valor a la posición de la empresa dentro del sector. Porter dispone estas cinco fuerzas de presión competitiva en una matriz, donde se distinguen tres fuentes de competencia horizontales (Amenaza de nuevos entrantes; Rivalidad interna y Amenaza de sustitución) y dos verticales (Poder de los proveedores y Poder de los consumidores).
1.
Rivalidad interna:
La rivalidad interna aduce a la
competencia existente dentro del sector. Para la mayoría de sectores constituye
el principal determinante de la rentabilidad. Esta competencia incluye
múltiples vías: bajadas de precios; introducción de nuevos productos; campañas
publicitarias; mejora en el servicio; etc. Una alta rivalidad interna limita la
rentabilidad de un sector.
Hay seis factores que determinan la
intensidad y relevancia de la competencia entre las empresas ya establecidas en
el sector: la concentración de las empresas en un mercado; diversidad de los
competidores; grado de diferenciación del producto; exceso de capacidad y
barreras de salida; economías de escala y relación entre costes fijos y
variables.
2.
La amenaza de entrada de nuevos competidores:
Un sector rentable actuará como un
imán para las empresas que se encuentran fuera de éste. Estos nuevos
competidores o entrantes potenciales provocarán, salvo que existan barreras de
entrada, que la rentabilidad del sector caiga hasta el nivel competitivo. La
amenaza de entrada en un sector dependerá por lo tanto de la fortaleza de las
barreras de entrada al mismo.
Las principales fuentes de barrera de
entrada son: elevada inversión necesaria; economías de escala; ventaja absoluta
en costes del primer entrante; ventaja derivada del reconocimiento de marca y
fidelidad de los clientes hacia las empresas ya establecidas; desigual acceso a
los canales de distribución; barreras administrativas y legales; Represalias.
3.
La amenaza de sustitución:
Un producto sustitutivo es aquél que
desempeña o tiene el potencial de desempeñar la misma función para el
consumidor. El e-mail por tanto, aunque más impersonal, constituye un
sustitutivo del correo ordinario, del mismo modo que el tren de alta velocidad
lo es para el avión.
La existencia de productos
sustitutivos permitirá a los clientes optar por éstos como respuesta a la
subida en el precio de un determinado bien o servicio. El grado en que la proliferación
de productos sustitutivos dependerá de la propensión de los clientes a
sustituir el producto y de la relación precio/rendimiento del producto
sustitutivo.
4.
El poder de los proveedores:
Unos proveedores poderosos tendrán la
potestad de apropiarse de la mayor parte del valor generado en un sector. Estos
proveedores pueden erosionar la rentabilidad del sector a través de medidas
tales como cargar precios superiores; limitar la calidad o el servicio; etc. La
clave está en el poder de negociación, en lo fácil o difícil que le resulte a
las empresas del sector elegir o cambiar de proveedor de un determinado factor
productivo.
En mercados donde existen pocos
proveedores, el poder de negociación de éstos es sustancialmente mayor. Un buen
ejemplo sería la posición cercana al monopolio que ostenta Microsoft en el
mercado de los sistemas operativos.
Por el contrario, en los mercados de
productos estandarizados, es frecuente que los proveedores se concentren en
torno a cárteles, organizaciones o cooperativas agrícolas con el objetivo de
aumentar su poder de negociación frente a las empresas a las que suministran.
La OPEP sería un buen ejemplo.
5.
El poder de los compradores:
La otra fuerza competitiva vertical es
la ejercida por los clientes o consumidores, quienes pueden erosionar la
rentabilidad del sector y apropiarse de parte del valor forzando bajadas en el
precio de los productos o servicios, demandando un mejor servicio o mayor
calidad.
Análogamente a la fuerza anterior,
conforme más reducido sea el número de compradores, mayor será la influencia y
poder de negociación de los mismos.
El poder de negociación de la empresa
frente a sus clientes viene determinado en función de la sensibilidad de los
compradores al precio y el poder relativo de negociación de cada uno. En última
instancia, la clave reside en lo que perdería cada parte si finalmente la
transacción no se llevara a cabo.
En suma, el hecho de considerar conjuntamente las 5 fuerzas de presión competitiva en lugar de gravitar únicamente en torno a un elemento otorgará al directivo una visión más global de la estructura sectorial. Las fuerzas competitivas revelan los determinantes fundamentales de la competencia sectorial. Un directivo que comprenda que la competencia se extiende más allá de los rivales internos logrará detectar amenazas más amplias y se encontrará mejor preparado para abordarlas. Al mismo tiempo, el estudio exhaustivo de la estructura sectorial permitirá identificar oportunidades rentables a las empresas.
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